Volviendo de las vacaciones, luego de ponerme al día con los trabajos legales, me pierdo en uno de mis rincones favoritos. Entre herramientas y maderas, estoy trabajando en las aberturas del departamento que terminaremos de acondicionar este año, con la ayuda de Dios.
Estas habilidades se las debo a mi abuelo Juan, a mi padre Domingo y a mi amigo del alma. Desde muy chica me gustó aprender todo, por eso de bastante de carpintería, albañilería, y todo tipo de reparaciones del hogar.
Me hace tan feliz pasar las tardes del viernes y sábado cortando maderas, lijando y pintando, sean aberturas como los muebles que diseño. Mientras lo hago, se ordenan mi mente y mi corazón. Aparecen las mejores ideas y organizo toda la tarea semanal del estudio.
Mi otro escape es el tejido. Cuando las ocupaciones o el clima no me permiten trabajar en el taller, me pongo a tejer a mano, hilvanando mentalmente el trabajo de los próximos días, mientras tejo cada hilera.
Y siempre está a mi alrededor mi hija, como mariposa primaveral, llenando el lugar con música, historias y cebándome mates.
Siempre es bueno tomarse un tiempo para hacer lo que nos gusta.
Es el tiempo que me doy a mi misma, para estar en paz, en comunión con mi Señor, planificando los días próximos.
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