jueves, 1 de julio de 2010

El deber de tolerancia no implica renunciar a la propia identidad.


La tolerancia no puede llevar a la intolerancia de acabar con los símbolos de una cultura

Es muy esclarecedor leer atentamente los fundamentos que se han vertido, durante la audiencia extraordinaria, convocada luego la sentencia que estableció que “el Crucifijo constituye un atentado a la libertad de conciencia y al derecho del ciudadano a recibir una formación según sus convicciones religiosas o filosóficas”.

Ante el Tribunal Europeo de Derechos Humanos (TEDH) las diferentes partes interesadas expresaron la necesidad de defender el derecho a la identidad nacional, a los símbolos de su cultura, en tanto no agreden el deber de tolerancia religiosa en los habitantes.
Joseph Weiler, represente de varios gobiernos europeos explicó que “en Europa no existe un único modelo en las relaciones Iglesia-Estado: basta ver las diferencias entre la laicidad francesa o el caso británico, donde la Reina es jefe de la Iglesia Anglicana. Otros casos son el de Suecia, Dinamarca o Grecia... "En muchos de estos Estados 'no-laicos', amplios sectores de la población, incluso la mayoría, ya no son religiosos. Sin embargo, la continua presencia de símbolos religiosos en sus lugares públicos y estatales es aceptada por la población como parte de la identidad nacional, y como un acto de tolerancia hacia los compatriotas".
"Los países de la Europa de hoy han abierto sus puertas a muchos nuevos residentes y ciudadanos. Les debemos todas las garantías de la Convención Europea de los Derechos del Hombre. Les debemos respeto, bienvenida y no discriminación. Pero el mensaje de tolerancia hacia el otro no debería ser traducido como un mensaje de intolerancia hacia la propia identidad"

El representante del Estado italiano, Nicola Lettieri, explicó que "no hay ningún prejuicio real en esta cuestión. Si uno mantiene una relación privilegiada con una religión, si expone símbolos religiosos, no va en contra de la Convención Europea de los Derechos del Hombre. La única frontera que no hay que superar es la de buscar el adoctrinamiento o el proselitismo".
"Si el crucifijo está presente en las aulas, el motivo no es el adoctrinamiento, sino que es una expresión de un sentimiento popular que constituye el fundamento de la identidad nacional", añadió.

Gregor Puppinck, director del Centro Europeo para el Derecho y la Justicia confía en que “el Tribunal haya entendido que el derecho de los no creyentes a no creer puede eclipsar el derecho de los creyentes"…” que no se puede exigir que un Estado renuncie a su identidad más profunda en nombre de la tolerancia". "El pluralismo debería comenzar con el respeto entre los países", y considera sumamente significativo el que catorce Estados miembros del Consejo de Europa se hayan opuesto a la sentencia y hayan apoyado a Italia.

La decisión del Tribunal será pronunciada en otoño o incluso quizá en Navidad.

Si bien todos estamos llamados a la tolerancia hacia nuestros hermanos, no debemos por ello perder nuestra identidad.
En Argentina estamos viviendo una batalla legislativa y popular dado que se pretende, invocando no discriminación y tolerancia, legalizar el matrimonio gay y el derecho a la adopción. Estos grupos que se autoproclaman minoría sexual, pretenden imponer sus intereses individuales sobre nuestra identidad no solo cultural, sino natural.
¿Estaremos en condiciones de comprender que la tolerancia no implica la renuncia a la propia identidad natural y cultural como pueblo y nación? ¿Sabremos defender nuestra identidad por sobre las transgresiones de grupos que son tolerados y respetados?
Fuente: diario ZENIT Por Jesús Colina del 30/06/2010

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